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Piedras en el riñón, una dolencia tan silente como dolorosa

Marzo 20, 2019
Piedras en el riñón, una dolencia tan silente como dolorosa

Los cálculos renales, también llamados litiasis renal, nefrolitiasis o popularmente piedras en el riñón, son deposiciones y cristalizaciones de determinados compuestos que se producen en el riñón, obturan las vías de expulsión de la orina y provocan cólicos renales y potenciales infecciones.

Esta dolencia se considera una de las experiencias más dolorosas que puede padecer el ser humano. Sin embargo esta condición no siempre reporta dolor, ni siquiera síntomas.

Los cálculos renales y ureterales son muy frecuentes. Una de cada 10 personas entre los 30 y los 50 años los sufrirá alguna vez en la vida. Si ya los hemos sufrido, puede que los volvamos a tener alguna vez. Si el cálculo no es excesivamente grande se suele expulsar por la vía urinaria de un modo más o menos doloroso. También se pueden aplicar técnicas no invasivas para facilitar su expulsión. Solo en casos de extremo tamaño se aplicará la cirugía.

Origen de los cálculos renales

Se tiene poca certeza sobre cuáles son los factores desencadenantes de esta dolencia. Pueden formarse por un desequilibrio en la manera en la que el cuerpo produce la orina, pero también puede ser que influyan los hábitos de hidratación o si hay sustancias en la orina que desencadenan la formación de piedras. Los siguientes factores contribuyen a elevar el riesgo:

  • Antecedentes familiares
  • Infección del sistema urinario
  • Enfermedades urológicas
  • Hiperparatiroidismo
  • Enfermedades gastrointestinales
  • Sarcoidosis

Sin embargo se han distinguido diversos factores nutricionales que promueven la formación de cálculos como una alta ingesta de proteína animal, una baja ingesta de líquidos, un consumo elevado de sal, y una alta ingesta de oxalato presente en frutos secos, espinacas, acelgas, berenjenas, coliflor, apio, sopa de tomate, chocolate y granos enteros.

Síntomas: dolor intenso o inexistente

El síntoma principal es el dolor, que puede variar de intensidad dependiendo de las características del cálculo. Se clasifica en dos tipos:

  • Dolor intenso (o cólico renal): dolor agudo en la zona lumbar y el costado provocado por el bloqueo del flujo anormal de la orina a través del uréter. También se puede sentir dolor en la ingle o el muslo si el cálculo está en el uréter. Puede estar acompañado de náuseas, vómitos, sangre en la orina o fiebre.

  • Dolor sordo o inexistente: los cálculos también pueden provocar un dolor sordo y recurrente en el costado. Si no provocan ninguna molestia se les llama asintomáticos y son normalmente pequeños. Por lo general se descubren en una exploración rutinaria.

Diagnóstico de la litiasis

Las técnicas de imagen más adecuadas para la detección de los cálculos renales son la ecografía, la radiografía del tracto urinario y el TAC. Normalmente se utilizan las dos primeras aunque también se puede realizar un TAC con contraste o una urografía intravenosa, dos pruebas que aportan información sobre la función del riñón y su anatomía.

En caso de cólico renal, se analiza la orina y la sangre para detectar una potencial infección o fallo renal. Si existe riesgo de formar más cálculos se realizan pruebas adicionales como la llamada evaluación metabólica.

El valor preventivo de la prueba de Evaluación Metabólica

El objetivo de esta prueba es la de determinar en el paciente los efectos fisiológicos que condicionan su riesgo de litiasis, para poder tratarlo adecuadamente y así lograr cambiar la recurrencia de la enfermedad. Los resultados de la prueba servirán para guiar el tratamiento preventivo.

La prueba consiste en la recolección de la orina de dos muestras diferentes en períodos de 24 horas de diferencia. La recolección debe realizarse con la dieta y actividad física habitual del paciente. Esta prueba deberá hacerse al menos dos meses después de un episodio de litiasis.

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